En las
próximas entradas hablaré sobre la importancia de la nutrición en
nuestro deporte: algunas ideas básicas y ejemplos prácticos para quienes
quieran tener más claro el tema o empezar a pulir su nutrición/alimentación.
No soy un
experto en la materia y tampoco soy de los que solo me fío de los expertos. Simplemente soy un
enfermero con formación complementaria en nutrición y nutrición deportiva así
como cierta práctica en este campo además de un escalador aficionado lo cual me
convierte en aprendiz de todo y experto de nada. Si lo que buscas es meterte de
lleno en el tema, un profesional en Nutrición y Dietética será tu mejor aliado.
A diario vemos
“lolos” en videos de escalada o gente fuerte a nuestro alrededor probando vías
duras o encadenando bloques rompededos. Están finos como las
cuerdas de un violín y claro, si ellos están así y rinden así, todos queremos
estar así y rendir así… aunque, desgraciadamente, cuando llegamos a un peso
similar nos damos cuenta de que nuestro rendimiento no es como el suyo.
Entonces, ¿es
tan importante la nutrición? ¿es tan importante el peso? ¿bajar peso nos hará mejores escaladores?
Las respuestas
son simples y complejas a la vez. Y para colmo la escalada es un deporte donde
encontrar respuestas definitivas es complejo y leer sobre nutrición aplicada a
nuestro deporte es todavía más complicado.
Yo diría que SÍ, que la nutrición es muy
importante. Lo es en la vida normal y aún más en la escalada. Y lo mismo pasacon el peso corporal. Por tanto estar mejor nutrido y
pesar menos te hará mejor escalador, pero siempre y cuando te acompañen el
resto de factores del rendimiento (físico, técnico, táctico y psicológico). Con
esto me refiero a que cualquier aspecto
relacionado con tu escalada que puedas mejorar te llevará siempre a ser “un
poco mejor escalador” pero difícilmente podremos achacar un encadenamiento
a pesar 1 o 2 kilos menos. Las diferencias serán todavía más evidentes dependiendo del nivel de cada
escalador.
Trasladémoslo a nuestro día a día con
casos típicos:
Llevas 2 años escalando, mides 1,75 y pesas
70 kg. Procuras “comer bien y te mantienes entorno a unos 70kg, 2 kg arriba o
abajo dependiendo de los excesos. Te mueves bien en el sexto grado con algunas
incursiones en el séptimo. Entrenas con cierta regularidad y empiezas a
escuchar por todos lados eso de que “si pesaras 65 kg el séptimo grado lo
tendrías sobrado”. Te pones a dieta y, sin entrar a valorar la calidad de la
misma, consigues llegar a tu objetivo de 65kg. Lo más probable es que el
séptimo grado siga donde está o que, en el mejor de los casos, encadenes alguno
que otro dependiendo del estilo de la vía. Evidentemente te encontrarás mucho
más ligero y ágil pero al final acabarás comprendiendo que en estas etapas hay
factores como la técnica, el repertorio gestual, el control del miedo, la
fuerza o la resistencia que inciden mucho más en el resultado que el peso
corporal.
Un ejemplo a otro nivel:
Hace tantos años que escalas y entrenas
que ya ni te acuerdas de cuantos son. Mides 1,75 y pesas 70 kg. Tus sextos ya
los dejas para la tapia ya que tus proyectos deportivos llevan delante el
número 8. A estas alturas las letras y los pluses ya no pasan por delante de
tus ojos con tanta velocidad y para conseguirlos hace falta constancia y mucho
esfuerzo. Entrenas planificado y haces todo para mejorar. Tienes un peso
estable y dices “no” a los excesos culinarios que sabes que te llevan por mal
camino. Empiezas a pensar que bajando a 65 puedes arañar eso que te falta para
conseguir el objetivo. Te pones a ello y logras tu objetivo de reducir peso y acabas
consiguiendo ese grado deseado. Has comprobado, de primera mano, como esa ayuda
extra sumada a tu alto nivel de los factores de rendimiento ha marcado la
diferencia.
Todo esto para llegar a algo muy simple: la escalada es un puzzle de cientos de piezas que hay que saber ordenar y que por separado tienen poca influencia en el resultado final. Cuando empezamos a montar el puzle (en los primeros años de nuestra evolución) una sola pieza no marca la diferencia sobre las demás. Pero a medida que el puzle va completándose una simple pieza es la que nos separa de ver el puzle completo o inacabado.
Clyde
Williams, una eminencia en el mundo de la
nutrición, el deporte y la fisiología dijo: “Una buena alimentación no hará que un atleta de fin de semana se
convierta en campeón olímpico; pero una nutrición deficiente convertirá a un
campeón olímpico en un atleta de fin de semana”.
¿Quiere esto decir que como en nuestros primeros años de
escaladores el peso no marca una diferencia clave no tenemos por qué tenerlo en
cuenta o mejorarlo? Nada más lejos de la realidad. Recuerda cualquier aspecto relacionado con tu
escalada que puedas mejorar te llevará siempre a ser “un poco mejor escalador”.
Explotar cualquier factor de rendimiento por insignificante que sea es siempre
positivo y nos coloca en una actitud de “lucha” enfocada a conseguir objetivos
creando inercias positivas y unas sinergias que potencian la consecución de
otros logros paralelos. Algo idéntico sucede cuando una persona decide
apuntarse al gimnasio para ponerse en forma: puede ser que ni siquiera se haya
planteado dejar de fumar, pero el hecho de verse mejorando a nivel físico en el
gimnasio la lleva a querer mejorar otros aspectos de salud que considera relacionados
por lo cual intentará también dejar de fumar, comerá de forma más sana o
incluso intentará convencer a su entorno de que adopten este tipo de cambios.
En las próximas entradas explicaré de forma básica los diferentes tipos de nutrientes y pautas nutricionales relacionadas con la escalada y ofreceré algunos ejemplos básicos que pueden ser tomados como referencia para mejorar.
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