Cuando
hablamos de escalada clásica resulta sencillo escoger las rutas que vamos a
escalar por su historia, por lo que representan o por la montaña a la que
ascienden, pero en deportiva muchas veces nos guiamos por el grado o
por “lo que está de moda” para escoger una vía. En parte esto es lógico, pues
el número de vías deportivas a nuestra disposición es muy grande y es difícil
conocer la “historia” que hay detrás de cada una de ellas. Esto hace que
pasemos por alto grandes momentos en la evolución de nuestro deporte así como
personas cuyo esfuerzo hizo y hace que hoy tengamos en Asturias una gran
cantidad de escuelas donde disfrutar. Muchos de ellos, como Javier López “El cura” siguen taladro
en mano desempeñando una labor dura, profundamente desagradecida y totalmente
altruista. Otros como José “Pingüi”
son recordados con cariño por los que llevan más tiempo pero las últimas
generaciones prácticamente desconocemos que una gran parte de las vías
que escalamos llevan su firma.
Ojo a las fechas
porque hace hoy casi 30 años algunos de los “locos” que estaban “pariendo” la
escalada deportiva en Asturias formaron una avanzadilla para equipar vías en Teverga y, de esta forma, promover la
primera competición de escalada deportiva en Asturias.
Corría el año
1988 y entre algunos de estos jóvenes estaban los avilesinos Francisco Blanco y Eduardo Velasco, que
hoy en día firman un buen número de las rutas deportivas de nuestra comunidad y
territorios cercanos.
La atención de los equipadors recayó en una placa
vertical que arranca justo a la izquierda de lo que hoy llamamos “El Tunelín”
para abrir la primera vía deportiva de Teverga y darle el nombre de Hiroshima, al igual
que el escenario del primer bombardeo atómico de la historia. De esta forma se
dio el pistoletazo de salida a una actividad aperturista que, a fecha de hoy,
suma ya unos cuantos cientos de recorridos y que, con el paso de los años, se
ha convertido en la zona de referencia para la escalada en nuestra región y también a nivel nacional.
Escalando la primera de Teverga. Foto: escaladmalditos.blogspot.com |
Las exigencias del guión eran claras: reunir condiciones para una competición en roca y buscar un sitio virgen con acceso cómodo para competidores y público. El resultado fue un recorrido de unos 30 metros de placa vertical de regletas donde hay que moverse bien y andar fino de pies. Un estilo que ya se había consolidado en la vecina escuela de Quirós, cuando todavía no se estilaba tanto la escalada de grandes desplomes que prima hoy en día. No en vano la vía se asemeja bastante a otra placa clásica quirosana, la Astérix, liberada por Velasco sobre un paño que se subía ya antes en artificial.
Respecto a la
graduación poco importa cuando sobra la calidad. Hoy en día “Hiroshima” figura
en cualquier guía como 7a, mientras que los escaladores asturianos en su tiempo
hablaron hasta de 6c. Eran otros tiempos, claro.... Todavía se llevaba aquello del
5c… De cualquier forma solamente hay que subirse a ella para disfrutar desde el
principio, teniendo claro en todo momento lo que representa en nuestro panorama
vertical.
Se trata de
una vía de continuidad, sin pasos duros, donde cualquier escalador con un poco
de técnica puede meterse a probar independientemente de su nivel ya que
seguramente irá ganándole metros poco a poco pues la vía se deja hacer. Termina
en una sección final un poco más intensa que exige un algo más de condición
física para llegar a la cadena, que se chapa prácticamente sentado en el
bordillo de salida (bien se podría salir por arriba).
A punto de entrar en la sección final de Hiroshima Foto: escaladmalditos.blogspot.com |
Pues lo dicho: tampoco es cuestión de hacer un poema a cada vía que escalamos, pero en este caso conviene recordar que nuestro deporte tiene unos hitos claros e “Hiroshima” es uno de ellos. Sea cual sea nuestro nivel esta es una buena opción que no dejará indiferente a nadie y además nos estaremos subiendo a “la primera” de Teverga, que no es poco decir.
A disfrutarla.
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